Mucho más que un lindo paisaje.
Las reservas naturales del noroeste argentino son centros turísticos destinados a preservar tanto la flora como la fauna del lugar en cuestión. Sin embargo, lo que no todos saben es la inmensidad que tiene la cultura oculta que podemos encontrar detrás de aquel paisaje; cada reserva encierra una historia completamente diferente, que retoma aspectos banalizados por una sociedad que no siempre mira las contracaras culturales que se escapan por las calles de la ciudad, o los campos de un pueblo lejano. Quien les escribe está convencido, estas historias merecen ser contadas.
Las reservas naturales del noroeste argentino son centros turísticos destinados a preservar tanto la flora como la fauna del lugar en cuestión. Sin embargo, lo que no todos saben es la inmensidad que tiene la cultura oculta que podemos encontrar detrás de aquel paisaje; cada reserva encierra una historia completamente diferente, que retoma aspectos banalizados por una sociedad que no siempre mira las contracaras culturales que se escapan por las calles de la ciudad, o los campos de un pueblo lejano. Quien les escribe está convencido, estas historias merecen ser contadas.
La reserva arqueológica Los Menhires es un parque nacional hallado en el Mollar (Tucumán), a 2000 m. de altura. Su nombre es de origen celta, que quiere decir piedra larga, como las tantas de cuarzo y granito que allí se encuentran hace más de 2300 años; y pese a que el significado completo de estas piedras largas no está completo, podemos oír diversas versiones: Desde algunas que dicen que son los restos de una cultura agro alfarera temprana hasta otras, que dicen que pertenecen a gente que buscaba que los dioses le den fecundidad y fertilidad.
Extrañamente, las piedras no se encontraban en el Mollar, sino que fueron llevadas allí hace poco tiempo; las mismas fueron varias veces removidas por terratenientes para el apoyo de construcciones y como adornos. Según parece, antes se podían ver en alto de la loma de La Angostura, El Infiernillo, río Blanco y Carapunco. En tiempos del "gobierno de reconstrucción nacional", el gobernador Antonio Bussi decidió la creación de un parque turístico, sin criterio científico alguno ni respeto por las poblaciones originarias. Ordenó el traslado de los menhires que hubiera en la zona y los instaló en este parque “El mollar”. Actualmente los monolitos están ubicados como se le antojó a quien diseñó el parque allá por la década del ’70.
Las Salinas Grandes se encuentran atravesando la Ruta 40, hacia el Viaducto de la Polvorilla (Salta). Estas salinas, ubicadas a más de 400 m. de altura, conforman el tercer salar más grande del mundo. Las Salinas comparten límites de Jujuy y Salta, con una extensión de 212 km. cuadrados.
Las salinas proporcionan asentamientos y pueblos, como Yala, El Volcán Tuzgle y Tumbaya. Se recorre libremente, pudiendo observar en su piso los hexágonos que se forman por la composición de minerales del suelo. Hay un tratamiento hecho en diferentes piletones que recibe el suelo en su proceso industrial, para obtener la sal comercial.
Única área protegida de la provincia de Catamarca, la Reserva de Biosfera Laguna Blanca es de 770 mil hectáreas en el norte del Departamento de Belén y en el este del Departamento Antofagasta de la Sierra, representando los ecosistemas de la Puna y los Altos Andes. Se creó en 1979 para resguardar a las poblaciones de vicuña con gran riesgo de desaparición.
En ella, el animal autóctono vive con total seguridad. Tolilla, añagua, rica-rica, cuerno de cabra y cactáceas de los géneros Denmoza, Maihueniopsis, Lobivia y Opuntia, son una muestra de la flora puneña. Entre la fauna se ven vicuñas, flamencos rosados y en menor cantidad, suris, pumas, zorros, gatos andinos, chinchillas, quirquinchos y otras curiosas especies.
Para concluir, me parece necesario hacer una reflexión de todo esto: Si sólo con tres historias se puede llegar a conocer que en cada uno de estos lugares perdemos, día a día, cultura que se va y no vuelve, no me quiero imaginar qué cantidad y calidad de culturas venimos dejando en el camino. Por último, pienso que podríamos terminar desentrañando otra verdad escondida bajo el manto de nuestra propia inconciencia: El desinterés y marcado desconocimiento de las culturas existentes subraya que no importa cuanta diversidad cultural haya a menos que nosotros mismos la busquemos. Así, todas estas personas, toda esta cultura, por más magnífica que sea (o no), terminará quedando sobre las ruinas de una ciudad a medio armar que no busca la integración general, sino nada más que el beneficio propio, con algo que no se puede contar en busca de una mejor sociedad.
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